22
marzo 2013
Publicado
por @Shinji_Harper el Martes, 12 marzo 2013
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Oaxaca,
México.- Los musgos o briofitas son plantas precursoras que
ayudan a la recuperación del ambiente y, al igual que los líquenes,
pueden prosperar en las zonas cercanas a las nieves perpetuas de las
montañas tropicales más altas o incluso del Ártico.
“Estas
pequeñas plantas verdes (miden desde milímetros hasta unos 30
centímetros, aunque algunas alcanzan hasta un metro de largo) son
precursoras porque dan inicio a la formación del sustrato donde
previamente no había vegetación o había sido erradicada”,
explicó Claudio Delgadillo Moya, investigador del Departamento de
Botánica del Instituto de Biología de la UNAM.

No
sólo embellecen el paisaje, sino también forman parte de la
estructura de los bosques, donde se captura y procesa carbono,
nitrógeno, fósforo, calcio y potasio, elementos claves para la
sobrevivencia de las plantas vasculares y otros grupos de
organismos.
“Los musgos reciben el agua del ambiente, la
retienen y la dejan fluir lentamente, con lo cual ésta tiene una
mayor infiltración hacia arroyos y ríos, y mayor pureza. Si se
quiere evitar la erosión de muchas zonas perturbadas, se debe dejar
que la cubierta se desarrolle, pues al amortiguar el golpe de la
lluvia permite que el recurso fluya más tranquilamente”, agregó
Delgadillo Moya.
Además de su utilización en nacimientos
navideños, decorados naturales o arreglos florales, así como en el
empaque de objetos frágiles, podrían ser benéficos para la salud
humana, según estudios hechos en países desarrollados, y para la
obtención de genes destinados a otras plantas.
Útiles contra
bronquitis y timpanitis
“Se conoce que algunos tienen actividad
diurética y hemostática, o son aprovechados en ciertos lugares para
aliviar síntomas de bronquitis, timpanitis y cistitis. En
laboratorio han probado tener actividad antibiótica en contra de
bacterias nocivas para las personas. No obstante, aún no se han
identificado sus principios activos ni se sabe cómo producen los
compuestos antibióticos”, indicó el investigador.
También
pueden ser refugio de hongos o bacterias nocivas. Por ejemplo,
el Sphagnum está asociado a la esporotricosis,
enfermedad que afecta la piel, los pulmones, las articulaciones y los
huesos.
“Este musgo no es directamente el responsable de esa
afección, pero sí el vehículo para que el hongo Sporothrix
schenckii llegue al cuerpo humano.”
Por eso, la
importación del Sphagnum (se utiliza para germinar
semillas de plantas vasculares) representa un riesgo para la salud.
Los jardineros, al estar expuestos a la humedad y a los hongos que
trae consigo (entre los que se incluye S. schenckii),
pueden desarrollar la enfermedad de marras.
El Sphagnum crece
mejor en regiones templadas, pero se distribuye ampliamente en todo
el mundo. En México, sólo se conocen 13 especies con crecimiento
limitado. En América del Norte y Europa se ha acumulado a lo largo
de muchos años en grandes depósitos y formado, con otras plantas,
la turba (material orgánico parcialmente descompuesto que se emplea
como combustible para generar electricidad y en la obtención de
abonos orgánicos).
Debido a que algunos presentan una gran
sensibilidad a la contaminación atmosférica, estudios preliminares
en el Distrito Federal han mostrado su utilidad para realizar
diagnósticos. En otros países han servido como indicadores de las
condiciones del suelo y detectado, incluso, la presencia de metales
como el cobre.
Más de 12 mil especies en el mundo
En nuestro
territorio, donde su estudio es reciente (comenzó apenas en 1973) se
reconocen –por los ejemplares mencionados en la literatura o
depositados en el Herbario Nacional– 984 especies de las más de 12
mil 800 listadas en el mundo.
“Sin embargo, en el país debe
haber unas mil especies y en el mundo, 15 mil. Muchas pasan
inadvertidas porque son de vida efímera; viven en la época de
lluvias y desaparecen el resto del año. Otras son perennes: duran
varios años”, señaló.
Se encuentran de manera abundante en
Veracruz, Oaxaca y Chiapas. Viven, asimismo, en otras regiones sobre
rocas, suelos, humus, troncos y ramas de árboles vivos o muertos,
así como en sustratos hechos por el ser humano.
En el artículo
“Biodiversidad de Bryophyta en México”, publicado en octubre de
2012 en la Revista Mexicana de Biodiversidad, Delgadillo
afirmó que la riqueza florística de musgos mexicanos comprende 75
familias, pero sólo en un tercio de ellas se concentra 80 por ciento
de las especies registradas. La más importante es Pottiaceae, con
16 por ciento del total.
La información nacional de especies en
riesgo es virtualmente nula; sin embargo, en 1994 el Instituto
Nacional de Ecología publicó los nombres de seis raras o en
peligro. “Todas requieren protección especial para que se
conserven, aunque algunas son más vulnerables que otras”, dijo
Delgadillo.
La pérdida de cubierta vegetal en muchas zonas, el
cambio de uso de suelo, la contaminación ambiental y la variación
climática son determinantes para la permanencia o reducción del
área de distribución de muchas especies.
Tan sólo de la Reserva
de la Biósfera, en la Sierra Chincua de Michoacán, se extrajeron 50
toneladas de peso fresco de briofitas durante una estación de
recolección.
“Al colectarse en forma extensiva, las especies
utilizadas en la época navideña (Thuidium delicatulum e Hypnum
amabile) y en arreglos florales (Leptodontium y Campylopus)
tardan años en recuperarse”, advirtió el investigador.
Si
estas especies son tomadas en la periferia del Distrito Federal, al
año siguiente se tienen que sustraer las que viven más cerca de las
zonas boscosas y, posteriormente, las que están en las afueras, para
satisfacer la demanda.
Si bien es cierto que estas colectas no
necesariamente las conducen a la extinción, sí hacen más
deficiente su distribución y perjudican a los bosques de donde se
les extrae.
Ante ello, Delgadillo sugirió sustituir los musgos
con materiales que no dañen el ambiente y, como en Japón,
desarrollar modelos de cultivo en los que, en vez de césped, se
utilizan varias especies para formar jardines completos.
“Aprender
a cultivar los musgos no solamente hace posible un mejor
aprovechamiento y embellecimiento de los espacios, sino también
ayuda a la conservación de estas pequeñas plantas que han vivido en
el planeta desde hace unos 300 millones de años, al menos.”
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Puesto
en linea por Efrain De Luna